La soberbia

Es un antónimo de la humildad. Significa que esa persona se cree que todo comienza y debe terminar en ella y sin ella nada existiría. El soberbio es egoísta y no tiene compromiso con nadie, solo con el mismo. La soberbia es la exaltación del ego, la omnipotencia es creer saber todo y de todo. La soberbia manifiesta la debilidad del que posee este pecado y la afirma en el exceso de creer tener razón, tener poder ejercerlo y despreciar todo aporte de terceros o contribución que no salga de si.
Todos los argentinos tenemos cierto grado de soberbia al creer saber todo, avalados con una capacidad crítica que más de que una vez sorprende, pero también podemos decir que la soberbia se vuelca desde las altas cumbres de nuestros gobernantes y algunos consortes en forma de catarata para llegar hasta nuestra hermosa Villa y ser recogida por quien sino, por nuestra intendente, los actos de los que mas de una vez somos testigos nos demuestra el grado de soberbia de nuestra gobernanta. La soberbia en lo público es dañoso para un sistema representativo, pues a quien con el voto colocamos en un lugar de mando y guía delegando en este nuestras responsabilidades cívicas nos paga con soberbia tornándose su accionar comunitario mediocre, sin vocación de servicio, y sin limites en su accionar siempre en objetivos propios.