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lunes, 24 de enero de 2011

EL VOCERO. COMIENZA LA CRISIS ELECT.

Comienza la crisis electoral
CFK SUEÑA CON DIVIDIR EL VOTO OPOSITOR COMO EN EL 2007
Para evitar que Macri los desaloje del ballotage, Sanz y Alfonsín acuerdan una pre-interna que acelera el colapso de las primarias.
Por Carlos Tórtora para el Informador Público
A partir de la toma del Parque Indoamericano, el kirchnerismo desencadenó una importante ofensiva contra Mauricio Macri que, en términos políticos, tuvo el resultado esperable. El jefe de gobierno porteño ascendió en el firmamento electoral como el principal antagonista del gobierno y empezó a aparecer segundo en intención de voto en algunas encuestas. El nuevo escenario descolocó a la cúpula radical, que venía derrochando moderación y bajo perfil, convencida de que sólo tenía que esperar la segunda vuelta para allí vencer a CFK o a quien fuera el candidato K. Sorpresivamente, Ricardo Alfonsín, Ernesto Sanz y Julio Cobos se encontraron con la posibilidad de quedar terceros y fuera de carrera, con la perspectiva además de verse obligados a apoyar en la segunda vuelta a Macri, a quien los seguidores de Alem rechazan visceralmente. Este panorama se completa con claros indicios de que la próxima contienda será una de las más sucias de la historia política nacional, lo que no es poco. Los nuevos DNU que le permiten a CFK el manejo casi arbitrario de 30.000 millones de pesos hablan de una inversión electoral inédita. Coincidentemente, la puesta del aparato represivo del Estado en manos de dos figuras salidas de un álbum del stalinismo -Nilda Garré y Horacio Verbitsky-, contribuyen a la idea de que el kirchnerismo está dispuesto a hacer lo que sea necesario para no terminar dando explicaciones en Comodoro Py.
La contraofensiva radical
Ante este cuadro, Sanz y Alfonsín desempolvaron el proyecto que tenían en carpeta desde hace seis meses. Esto es, convocar entre abril y mayo a la elección interna del candidato presidencial. O sea, una especie de pre-primaria de la primaria oficial del 14 de agosto. De este modo, la UCR tendría su candidato instalado 90 días antes de la primaria y evitaría por lo menos una de las trampas K: que la oposición tenga muy poco tiempo, dos meses, para hacer campaña con sus candidatos definidos. En realidad, con los síntomas actuales y las advertencias de la justicia electoral, es probable que las primarias jamás se realicen, porque la ley de reforma política 26.571 es claramente inaplicable. Con su pre-interna, los radicales tendrían seis meses para hacer campaña, haciendo valer entonces el peso de su aparato para superar a Macri. Éste, por su parte, más allá de la pampa húmeda tiene serias deficiencias de armado político. Es obvio que el acuerdo entre Alfonsín y Sanz le da además a Cobos un excelente pretexto para empezar a bajarse y hasta para aceptar la candidatura a gobernador de Mendoza que el senador mendocino dejará vacante. claramente inaplicable. El otro efecto de la pre-interna -si es que se concreta- sería que la UCR estaría haciendo un aporte decisivo para que el proceso electoral entre en crisis. Se supone que el objetivo principal del régimen de primarias es que los partidos elijan de ese modo sus candidatos. Si un partido decide elegir a los mismos tres meses antes de la primaria está vaciando de contenido a la misma, convirtiéndola en un mero formulismo. Si, por ejemplo, Sanz le gana la pre-interna a Alfonsín, ¿ambos van a repetir la contienda en la primaria como si se tratara de la segunda función del mismo show? ¿O el ganador se presentaría con una lista única en la primaria, quedando en claro que la elección real fue la anterior? Por otra parte, la pre-interna radical podría ser moda. Macri podría a sola firma autoproclamarse candidato del PRO en marzo y Elisa Carrió también. Si así fuera, el complejo y costoso proceso de las primarias sería una parodia probablemente casi sin votantes, porque aun para el publicista más avezado sería difícil convencer a la gente de que debe concurrir a votar para elegir un candidato que ya fue electo varios meses antes. La mala fe del kirchnerismo, que intenta manejarse con una ley inentendible y la necesidad radical por no perder el tren van creando las condiciones para que sea la Corte Suprema la encargada de decidir cómo se elegirá el próximo gobierno. Así como Shakespeare decía que los placeres violentos tienen finales violentos, la década de destrucción institucional del kirchnerismo promete un colofón conmocionante.
Repetir las recetas exitosas
Parece evidente que el repentino interés de CFK en levantar a Macri elevándolo como su principal oponente no es el producto de ninguna simpatía personal. La presidente intenta repetir la fórmula que le permitió llegar al poder en el 2007. Entonces, la posibilidad de que Elisa Carrió concentrara el voto opositor y hubiera entonces segundo vuelta, se vio frustrada por la aparición de Roberto Lavagna como candidato de la UCR. El final fue que ambos terminaron prácticamente empatando en 22 puntos y Cristina llegó a los 44 ahorrándose el ballotage. Pocos meses después, Lavagna aterrizó en Olivos y recibió el abrazo del oso de Néstor Kirchner, cuya foto casi significó su defunción política. En la próxima elección, si Macri y el candidato radical pelean metro a metro el segundo lugar, podría repetirse el panorama. Pero, para mayor tranquilidad de CFK, también se anotaría Carrió, con lo cual el voto opositor se fraccionaría en tres y, si se presenta Eduardo Duhalde, en cuatro. Un panorama inmejorable para la Casa Rosada. Esta perspectiva hace que algunos empresarios anti-K ya estén pensando en que Macri debería levantar su candidatura presidencial y buscar la reelección en la Ciudad y los radicales, nobleza obliga, deberían a cambio no presentar candidato a jefe de gobierno. Un acuerdo tan razonable como improbable, por lo menos en el panorama actual

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